miércoles, 23 de mayo de 2012

¿POR QUÉ NO NOS PONEMOS BOTAS DE AGUA CUANDO VAMOS A UN CHARCO DE MAREA?

La mayor parte de las costas del archipiélago son rocosas, aunque las agencias de viaje hagan creer a los turistas que estamos rodeados de playas de arena naturales. Es verdad que algunas islas, como Fuerteventura, presentan playas de varios kilómetros de extensión, pero la mayor parte de ellas son pequeñas y se encuentran rodeadas por rocas. En muchos núcleos costeros canarios existe una gran cultura de bañarse en costas rocosas, tomar el sol en las rasas de marea, incluso en los espigones o escolleras de algunos pequeños muelles. Actualmente, han construido muchas playas artificiales que para hacerlas y mantenerlas han destruido partes importantes del litoral y su conservación constituye un gasto incesante. Sin embargo, todavía perduran algunos puntos costeros que siempre han sido utilizados por las familias del lugar y entre ellos destacan los charcos. 

Muchos de estos charcos tienen un tamaño y una profundidad que permite nadar en ellos o zambullirse, pero la mayoría son pequeños y sus características son diferentes dependiendo de la altura a la que se encuentren con respecto a la marea. Los primeros que nos encontramos corresponden a charcos que muchas veces se desecan y se forman costras de sal, incluso son utilizados por muchos pescadores para ablandar el pan que utilizan como reclamo para atraer a los peces. Luego nos encontramos con los charcos que se inundan de agua únicamente durante la marea alta, y que suelen estar llenos de cabosos y camarones de charcos, que te hacen cosquillas en los pies. Por último, están los charcos que solo están desconectados del mar durante los períodos de marea baja, llenos de vida, con muchas algas y peces en su interior. 

¿Por qué son tan diferentes estos charcos entre sí? Como ocurre en la naturaleza, existen multitud de factores que se encuentran correlacionados entre sí, y en este caso, se pueden agrupar en dos. El primero de ellos engloba a los factores ambientales, cuanto más elevado se encuentre el charco en el intermareal, más influencia tendrán los factores atmosféricos, sobre todo la temperatura. Por esta razón, la mayor parte de los charcos del piso superior de marea (“supramareal”) se suelen encontrar desecados y con grandes cantidades de sal, que imposibilitan casi cualquier forma de vida en ellos. El segundo factor corresponde a la competencia entre especies, en otras palabras, todas las especies se distribuyen de una forma determinada, como ocurre en el medio terrestre ¿Han visto algún tabaibal a partir de 2000 metros de altitud? ¿Laurisilva al lado de la costa? En el mar todas las especies siguen un patrón determinado, que viene influenciado en la parte inferior del intermareal por la competencia entre las especies por el espacio físico. Por ejemplo, en el momento en el que la marea se encuentra más baja encontramos unas especies de algas que se repiten de forma constante en muchos puntos de la costa. En los charcos ocurre lo mismo y podemos observar que existen especies de algas que sólo podemos encontrarlas en charcos y en una zona determinada, por ejemplo, en el fondo o bien en la parte superficial. 

Aprovechen cuando vayan a bañarse a una costa rocosa para detenerse a ver de cerca un charco, descubrirán peces, burgados, algas que forman un “pequeño mundo” más complejo de lo que parece a simple vista. A casi todos nos han atraído esos charcos que nos parecían como un acuario pero sin cristales. ¿Por qué si no “olvidamos” las botas de agua cuando vamos a la costa?





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