En la actualidad se extrae más cantidad de arena
en la Tierra que la suma de todos los combustibles fósiles (petróleo, carbón,
etc.). Se utiliza para un sinfín de
elementos que usamos en nuestra vida cotidiana, el 80% del hormigón está compuesto
por arena, el 94% del asfalto de las carreteras también
es arena,
incluso se utiliza en la fabricación de la pantalla de los móviles. La necesidad de arena para
cubrir el modelo actual de desarrollo ha supuesto un aumento vertiginoso del
mercado de esta materia prima. Se podría pensar que tenemos arena en abundancia en nuestro planeta,
solo hay que fijarse en la inmensidad de algunos desiertos como el Sáhara. Pero esta arena no sirve porque
los granos de los que está compuesta se encuentran muy erosionados y, por
tanto, no tienen las aristas necesarias para fabricar hormigón o cemento. En cambio, una de las arenas más cotizadas
para la construcción de carreteras y edificios es la arena marina por sus
características.
¿Sabes de dónde proviene la arena que se
utilizó para construir el Burj Khalifa de Dubai (Emiratos Árabes Unidos), el
edificio más alto del mundo con 828 metros? Aunque parezca sorprendente la
arena procedía de Australia, uno de los países que más arena exporta en el mundo. En realidad, la
arena es un bien escaso en muchas zonas y existen países que tienen que
importarla de otros lugares. Por lo general, proviene de minas de las que se
extraen en cantidades ingentes o bien de fondos arenosos marinos
con poca profundidad. La extracción masiva de arena conlleva problemas medioambientales
importantes, como la pérdida de flora y fauna, el deslizamiento de tierras o la
falta de protección frente a fenómenos metereológicos. Además, debido al alza de este mercado a nivel
internacional se han observado problemas de índole social en áreas ricas en
arenas que son controladas por grupos de presión que llegan a amenazar a las
poblaciones locales para actuar con impunidad.
Este problema será acuciante en las próximas
décadas debido principalmente a dos factores: (i) la construcción masiva de
viviendas y carreteras a nivel mundial, en especial en el continente asiático,
y (ii) la necesidad de regenerar playas en zonas turísticas debido a los cada
vez más frecuentes huracanes y temporales. Los expertos hablan de que
estamos sufriendo una “crisis de la arena” de la que todavía no se saben con
certeza sus consecuencias. En estos momentos, se busca arena con urgencia para paliar los
efectos de las inundaciones que se han producido en los últimos meses en Texas,
Bangladesh, India y Nepal.
¿Qué ocurrirá cuando la disponibilidad de
arena no pueda cubrir la demanda de ésta?
Estupendo artículo.
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